El 16 de abril se celebra el  Día Mundial del Emprendimiento, o eso se supone, porque son de esas fechas que a casi nadie le importan y en realidad nadie sabe con antelación, sino que te enteras el mismo día con el post perdido de alguna marca en Instagram.

Se supone que tiene como objetivo impulsar el espíritu emprendedor y fomentar la generación de ideas y su puesta en marcha, una vez más cosas que nadie sabe.

En fin, para nosotros el día del emprendedor es todos los días, cuando abrimos la computadora, cuando vamos con un cliente, cuando pagamos un sueldo, cuando revisamos si ya cayó el pago, cuando buscamos que más vender…

No quería dejarlo pasar he inspirado en el texto de Marciano Durán hice lo propio. 

Dedicado a Los locos…

Yo los conozco.
Los he visto muchas veces.
Son distintos.
Renunciaron al sueldo, a la paga segura, al aguinaldo a fin de año.
Dejaron de trabajar de 9 a 6 para trabajar 24/7.
Pensaron que sería difícil cuando en realidad es abrumador.

Ahora solo piensan en qué vender.

Todo el día hablan de su emprendimiento.
Están pendientes del celular para ver si es un nuevo cliente o revisar  las ventas.
Tienen que aprender de mercadotecnia, ventas, tecnología, inventarios, hablar en público, hacer contenido, finanzas, administración y  más.
Dejaron de ser empleados para ser todólogos.
No están bien.
Son hombres, son mujeres.
No todos los entienden.
Algunos los llaman locos, otros visionarios.
Pero yo los he visto.

Pasan horas frente a la pantalla, diseñan estrategias, se adaptan a los cambios.
Sueñan con hacer crecer su negocio, innovar, marcar la diferencia.
Se enfrentan a la incertidumbre, a los desafíos financieros y a la competencia.
A veces, cierran tarde, no tienen tiempo de comer, pero sí de vender, terminan agotados pero con la satisfacción de haber avanzado.

Cuando se cierra ese cliente que llevan semanas persiguiendo, ninguna felicidad es tan grande.
Cuando se concreta un proyecto, hay alegría.
Cuando no hay clientes, la amargura se instala.
No están bien de la cabeza.
Pero están comprometidos con su visión, su pasión.
Quieren construir algo propio, dejar un legado.
Invierten tiempo, dinero, esfuerzo.

Sacrifican momentos familiares y la salida con amigos.
A menudo, los veo discutir, planificar, soñar.
Hablan con entusiasmo de sus logros y de sus metas.
Se apoyan mutuamente, comparten experiencias, aprenden de los errores.

Algunos se rinden, otros persisten.
Los que persisten, crecen, aprenden, evolucionan.
Se reinventan, se adaptan, se transforman.
Yo los conozco bien.
Los admiro.
Son locos.
Pero son felices construyendo algo propio, algo grande.
Son la fuerza motriz de la innovación, la creatividad y el cambio.
Son los que mueven el mundo, los que crean oportunidades, desafían el status quo.

Son raros.
Son especiales.
Son imprescindibles también.
Son emprendedores. 

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